jueves, 10 de enero de 2008

HIERRO 3 (Kim Ki-duk 2004)

Corea del Sur es una de las cunas del cine intelectual. Me inquieta el hecho de que no este considerada una de las madres del género.

Gran parte de las propuestas más innovadoras, arriesgadas y a la vez estimulantes del cine mundial de los últimos años vienen de la tierra del Kimchi. Películas como el peculiar thriller "Memories of murder (Crónica de un asesino en serie)" (Bong Joong-ho, 2003), la inquietante "2 hermanas" (Kim Jee-woon, 2003), la magnífica y sorprendente "Old boy" (Park Chan-wook, 2004) o el éxito sorpresa del pasado año, "Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera", anterior obra del gran Kim Ki-duk.

Todas superaron las espectativas, más que nada porque sólo tuvieron fe en ellas los que ven más allá del sello norteamericano y se atreven a respirar aire fresco oriental. Pasaron de estar desamparadas a ser reconocidas a nivel internacional, tal como merecen.

Sin duda el autor de "Hierro 3" es el mayor representante de este movimiento asiático. Es abrumadora su manera de fusionar el amor, la belleza, el dolor, el sufrimiento, la desesperación, la esperanza, la ilusión, la fragilidad, la inocencia, en un mismo personaje sin que nos parezca artificial o forzado. Todo eso sin recurrir a un dramatismo previsible o a una ruptura con la realidad. Es arte.

El protagonista no dice una sola palabra a lo largo de los 95 minutos de esta maravillosa película. Ni falta que le hace ya que es capaz de transmitir con su mirada lo que nadie podría expresar en monólogos eternos. Cuando le conocemos no podemos evitar sentir la necesidad de adoptarlo. Tae-suk es un joven que se dedica a entrar en las casas de la gente, casas que sabe que están vacías de antemano mediante un sistema tan ingenioso como simple; pone publicidad en las cerraduras de las puertas y vuelve al cabo de un tiempo para ver si sigue allí. Pero nuestro hombre no es un ladrón, ni tiene ningún tipo de intención de ocuparlas más allá de lo estrictamente necesario: escucha el contestador para saber de cuánto tiempo dispone y se instala en ellas por escasos días. Pasea por las habitaciones, fotografía lo que le gusta, se pone la ropa que encuentra, cocina o se toma un café mientras ve la televisión. Todo de lo más normal. Además, aprovecha para hacer la colada de la ropa sucia que encuentra y dejarla tendida, ordena armarios, arregla todo lo que esté estropeado y al poco desaparece de la casa igual que vino, sin hacer ruido. Y vuelta a empezar. Es un modo de vida que nos choca profundamente, no porque sea ilegal, sino porque es algo que no podríamos ni imaginar.

Kim Ki-duk nos obliga a plantearnos hasta qué punto son indispensables, para nuestra identidad, aspectos como la posesión de bienes materiales o tener un lugar seguro donde vivir,cosas de las que carece, o posee durante un corto periodo de tiempo según se vea, nuestro solitario protagonista.

Un día, en una de esas casas, Tae-suk se encuentra con otra alma tan solitaria como la suya: una mujer que le observa hacer su ritual habitual en silencio, sin interferir, movida por la curiosidad de ese extraño que se ha introducido en su hogar como un fantasma. Sun-hwa necesita que alguien la rescate. Es una mujer casi anulada, humillada y maltratada por su déspota marido, que la trata como a uno más de los lujosos objetos que decoran su casa. Ella intuye que con Tae-suk puede tener la posibilidad de recobrar el sentido en su vida y, sin la necesidad de intercambiar palabra, ya que se han entendido entre gestos y miradas, se marchan.

Los dos compartirán ese errante modo de vida. Se irán conociendo, adaptándose y compartiendo esa sensación de libertad que al final les saldrá cara. Una hermosa relación que se despliega con una puesta en escena despojada de cualquier artificio narrativo, una historia austera llena de momentos poéticos y mágicos, combinados con toques dramáticos y cómicos. Una mezcla elegante y fácil de aceptar.

El título es acertado y preciso. El hierro 3 es el menos utilizado en el golf, ya que es para situaciones poco usuales. Pero es necesaria su presencia, esta ahí por algo. Y es precisamente un hierro 3 lo que Tae-suk utiliza como herramienta para rescatar a Sun-hwa de su vida desgraciada, un hecho no casual.

"Hierro 3" es un filme en el que, pese a no haber apenas diálogos, se habla de manera muy clara y de muchas cosas. Una película que usa de forma sumamente brillante multitud de recursos expresivos para contar una historia utilizando los mínimos elementos, pero manejados con tal inteligencia y sutilidad que no puedes evitar caer a los pies de este impresionante director coreano, capaz de conseguir emocionarnos hasta el borde de la lágrima con pura poesía visual, sin descuidar sus míticas reflexiones sobre las múltiples y surrealistas formas que puede adquirir la comunicación.


No es de extrañar que tal obra sirva de inspiración para muchos colegas de profesión. Por ejemplo a Woody Allen y a su "Match Point"; triángulo amoroso con el deporte como hilo conductor, final inesperado y parecido... puede parecer atrevida está afirmación, pero es así. Una adaptación inglesa de la genialidad coreana.

¡Gracias Ki-duk por este aire fresco!


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27 - 12 - 2007